martes, 10 de abril de 2012

RAJOY NO SABE QUE HACER

Vuelve el fantasma de la intervención

La economía española vuelve a estar en el ojo del huracán. Diluido el efecto Rajoy en tres meses por el incumplimiento del déficit, la prima de riesgo se dispara.

Vuelve el fantasma de la intervención
Vuelve el fantasma de la intervención EFE/Juanjo Marín
JORDI CUENCA
VALENCIA No por sospechado deja de ser sorprendente cómo en tres meses se ha diluido el crédito que el Gobierno del PP y, por ende, España consiguió de ciudadanos, mercados y políticos europeos con motivo de las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011. Toda aquella necesidad de cambio, alentada por unos conservadores que achacaban todos los males de España a los ejecutivos del socialista Zapatero, ha devenido en desencanto cuando se cumplen los cien días de la llegada de Rajoy a La Moncloa. Tal es la situación que la tan temida intervención, contra la que lucharon —y se quemaron— Zapatero y el PSOE, la que esquivaron con los drásticos recortes de mayo de 2010, ha vuelto al imaginario colectivo. Está en el discurso político, se ha situado entre las principales preocupaciones de los dirigentes europeos y se va extendiendo como posibilidad entre los mercados. Después de una durísima reforma laboral y de una huelga general cuyo signo distintivo fueron las masivas manifestaciones, la presentación de los Presupuestos Generales del Estado para 2012, demorados para no dañar las expectativas electorales del PP en Andalucía, no han servido para mejorar la imagen de España ni la confianza en el país. La Bolsa española está instalada en una pendiente bajista, la financiación de la deuda se ha encarecido en un mes un 16 % con la rentabilidad del bono español en un 5,7 % frente a un 4,9 % de hace unas semanas y la prima de riesgo se ha situado en los 400 puntos, el nivel más alto desde noviembre, cuando el que estaba disparado era el diferencial italiano con respecto al bonus alemán.
A esta situación se ha llegado por una serie de factores sobrevenidos que han acentuado la ya de por sí comatosa situación de la economía española. Tras cerrar 2011 con un déficit del 8,5 % —dos puntos y medio por encima de lo pactado con Bruselas— el Gobierno lanzó un órdago a la Comisión Europea y sus restantes socios con su propósito de reducir el déficit este año al 5,3 % y durante 2013, al 3 % acordado. Bruselas le dijo no y le obligó a hacer un recorte de hasta el 5,8 %, que se ha visto reflejado en los Presupuestos Generales del Estado para 2012, los más restrictivos de la democracia española y que auguran, por la caída de inversiones, más recesión y más paro. Lo peor es que, pese a las manifestaciones de algunos políticos europeos aplaudiendo estas medidas—no el presidente francés, Nicolás Sarkozy, quien, en su intento por renovar el cargo, no duda en poner a España como ejemplo de todos los males—, las primeras cuentas públicas de Rajoy no han gustado en exceso. Anuncios como la amnistía fiscal se consideran meramente coyunturales, como privatizar una empresa, pero no ayudan a resolver lo que la Comisión Europea exige con más tesón: la reducción del déficit estructural, aquel que está más allá de las coyunturas. Por si fuera poco, en las instancias de mando europeo no se ha acabado de entender que el Gobierno no hubiera aprobado los presupuestos de inmediato, en lugar de esperarse a después de las elecciones andaluzas. Se ha perdido mucho tiempo. Por ello, el Banco Central Europeo pretende que las cuentas se aprueben por la vía de urgencia para empezar a aplicar los recortes lo antes posible. Y exige más medidas.

O recortes o intervención
Rajoy, aunque no ha mencionado la palabra tabú, ha dejado entrever claramente esta semana que la alternativa a los recortes es la intervención, un cataclismo de magnitud incalculable para España, pero también para la propia eurozona. Y es que, si los mercados no confían en el país, le encarecerán a niveles insoportables la financiación o le cerrarán las puertas al dinero, con lo que habría que recurrir al rescate europeo. Así que hay que cumplir. El profesor de Economía Aplicada de la Universitat de València, Andrés García Reche, no se va por las ramas y afirma con rotundidad que «España no es un país a efectos económicos, no tiene soberanía, aunque, de hecho, estar en el euro ya es estar intervenido». En opinión de quien fue conseller de Industria en los gobiernos del socialista Joan Lerma, España «es una región del euro».

García Reche considera que lo único que puede hacer Rajoy es «pelearse y buscar aliados en Europa», porque «no podemos salir de esta situación solos». Este experto incide en que la deriva que está imponiendo la Alemania de Angela Merkel de austeridad y más austeridad no conduce más que al fracaso, porque los ajustes y los recortes, como se está viendo, provocan mayor recesión y más paro, lo que implica una menor capacidad de ingresos y más gastos sociales. Es decir, incumplimiento del déficit. Es un círculo vicioso de difícil salida: los mercados exigen esfuerzos y, cuando el país en cuestión los pone en práctica, los inversores observan que no van a generar recursos suficientes y entonces cunde el temor a que se producirán impagos y elevan el rendimiento exigido en función del riesgo que creen afrontar.

Algunos economistas ya han apuntado que, con un deuda pública contenida, no es lógico ser tan estrictos con el déficit, en el sentido de que el necesario recorte se podría aplicar en más años y no solo en dos. García Reche cree que la solución a este bucle endemoniado se encuentra en la creación de los eurobonos, es decir, la emisión conjunta de deuda a nivel europeo para abaratarla a los países más castigados, y en el lanzamiento de planes de inversión pública desde Europa. Se trataría de que la Comisión Europea y los países que atraviesan una posición boyante y no tienen problemas financieros de calado pongan en marcha programas de estímulo que, por la vía de la internacionalización, permitan compensar la caída de la demanda interna en países deprimidos como España. El problema, en su opinión, está en que «los políticos europeos son incompetentes». «La gente piensa que la hecatombe no puede suceder y que los políticos no permitirán que eso suceda [es decir, la intervención o, en su caso, el estallido del euro], pero puede pasar», afirma García Reche. Por ello, aconseja a Rajoy que «acampe en Bruselas y se plante allí hasta conseguir soluciones de Merkel o la Comisión Europea».

Reforma financiera
El catedrático de Fundamentos de Análisis Económico de la Universitat de València, Javier Andrés, también considera que el temor a una intervención «es cierto; puedes bordear el abismo y no caer o, por un accidente, precipitarte al vacío». A pesar de que con el desvío del déficit el año pasado en 2,5 puntos «estamos más cerca» de esa posibilidad, en su opinión, no se producirá «porque sería desastroso para la economía europea». Andrés considera que en la desconfianza creciente de los inversores en las últimas semanas también ha tenido incidencia «una reestructuración financiera que no acaba de arrancar». El crédito no fluye y la banca española sigue dependiendo de la financiación del BCE, de tal forma que, sumado el efecto de un paro que no cesa de crecer y que tiene su reflejo en el aumento de la morosidad y unas subastas pendientes de entidades como el Banco de Valencia para las que el Fondo de Garantía de Depósitos está casi seco, «los mercados sospechan que el Estado tendrá que acabar poniendo dinero y que, por tanto, habrá más déficit y más deuda».

Este economista es de los que creen que la reducción del déficit debería aplicarse de forma paulatina y que es urgente la puesta en marcha de planes de estímulo en el ámbito europeo «para remover la economía», porque, solo con los ajustes, «no podremos cumplir el 5,3 % de déficit». «Es una tarea muy complicada bajar 3,2 puntos en un solo año y afrontar la perspectiva de un nuevo recorte en 2013 de otros 2,3 puntos para llegar al 3 %», afirma. Y es que el incumplimiento de 2011, fomentado principalmente por las autonomías, está pasando una grave factura al país. Apunta Javier Andrés que Bruselas, Alemania y los demás estados que cortan el bacalao «están cansados de que prometamos hacer reformas y al final, como hacía Berlusconi, no se concreten». Este experto asegura al respecto que una cosa es aprobar una reforma y otra los reglamentos que la desarrollan y su aplicación. En su opinión, eso fue lo que sucedió con la reforma laboral de 2010: «En Europa ven que tenemos un 23 % de paro y se preguntan: ¿qué están haciendo? y ven que no lo suficiente», asegura este experto. Por eso el Banco Central Europeo «dice que hay que hacer más reformas, porque una cosa es hacerlas y otra, aplicarlas».
Así que Rajoy cumple con lo que le dicen que haga, tal vez con la esperanza de obtener algo a cambio, claro que el camino más recto no parece que sea el de demorar los presupuestos por cálculos electorales o tratar de imponer a los demás socios un recorte del déficit inferior al pactado.

Fría acogida y preocupación
Los presupuestos más austeros de la historia democrática española no fueron bien acogidos por los diarios internacionales que, en su mayoría, valoraron como insuficiente el recorte de 27.000 millones de euros anunciado por el Ejecutivo. El prestigiosos «The Financial Times» publicó esta semana un editorial en el que auguraba que las cuentas de este año no conseguirán obtener la deseada confianza de los mercados y aunque incide en que un exceso de austeridad podría reducir el crecimiento, concluye que «podrían haberse diseñado mejor». Bajo el título «España recorta 27.000 millones», el italiano «Corriere della Sera» aseguraba que se trata «de la respuesta que Rajoy ha dado a los socios europeos, muy preocupados en las últimas semanas». Por su parte, el británico «The Guardian» hizo especial referencia al temor que vive Europa con respecto a la situación de España, ya que su economía es el doble que países como Grecia, Irlanda o Portugal, que han tenido que recurrir al rescate del Eurogrupo. Otro de los diarios británicos, el «The Daily Telegraph», va más allá y afirma que los recortes de Rajoy «son insuficientes». Incluso mencionaban unas declaraciones del economista jefe del Berenberg Bank en las que este afirmaba que mientras «Reino Unido ha puesto el cartel de 'negocio abierto', España ha puesto el de cerrado por 'siesta'».
En cuanto a los diarios franceses, tanto el «Le Monde» como «Le Figaro» se limitaron a hacer un resumen de las partidas más afectadas, sin valorar si serán suficientes. El «The New York Times» resaltó que el Gobierno español aplicó los recortes «para tranquilizar a los inversores» y resaltó que «mientras España se hunde en su segunda recesión en menos de tres años», el Ejecutivo de Rajoy se encuentra «presionado» por sus homólogos europeos. Mientras, «The Washington Post» destacó la importancia de los presupuestos ya que «el destino de España es crucial para el futuro de la zona euro». De hecho, afirmó que el Gobierno de Rajoy pretende convencer a los socios europeos y a los inversores internacionales de que «España no va a necesitar un plan de rescate». 
Fuente: El Mercantil Valenciano