sábado, 16 de junio de 2012

RAJOY NO SABE POR DONDE LE VIENEN LOS TIROS


España, en las Termópilas con una advertencia del Fondo Monetario

En el umbral de las elecciones griegas, el FMI pide subir el IVA y rebajar salarios | Rajoy recibe al comisario Almunia, al que el PP juzga como 'desleal' a España | El PSOE lanza la línea de 'unidad nacional', en plena sintonía con Felipe González

Política | 16/06/2012 - 00:00h
Vertiginosa víspera de las elecciones griegas. Hace una semana. el Eurogrupo acordaba la apertura de un préstamo de 100.000 millones de euros para la recapitalización de la banca española, sin condiciones humillantes para el Gobierno de Mariano Rajoy. La calculada ambigüedad sobre las exigencias del crédito -la letra pequeña aún no ha sido redactada-, avivaba de inmediato un áspero debate en España sobre el alcance real del rescate, provocaba el recelo de los países intervenidos bajo duras condiciones (Grecia, Portugal e Irlanda), obligaba al Gobierno alemán a endurecer de nuevo su discurso ante las criticas internas, y no lograba evitar la zozobra de la deuda soberana española. En pleno estado de alarma, el Fondo Monetario Internacional solicitó ayer por la tarde a España la pronta aplicación de dos medidas de ajuste: la subida del IVA y la rebaja del sueldo de los funcionarios. A esa hora, Rajoy celebra una videoconferencia con Herman Van Rompuy, Angela Merkel, François Hollande y Mario Monti. Prima de riesgo en 543 puntos.

Hace un mes, la consigna gubernamental era resistir, resistir y resistir las turbulencias que iban a traer consigo las elecciones griegas del 17 de junio, dramático referéndum sobre el precio a pagar en el sur de Europa por la continuidad de la mítica moneda común del año 2001. Esa estrategia ayuda a explicar -al menos de manera parcial- la vertiginosa cadena de acontecimientos que comienza la noche del 26 de marzo con el rostro fúnebre de Javier Arenas Bocanegra en un balcón de la calle San Fernando de Sevilla tras perder la apuesta de las elecciones andaluzas, prosigue con la decapitación de Rodrigo Rato al frente de Bankia (8 de mayo) y concluye, esta aciaga semana, con el euro en vilo, la deuda en el despeñadero, una surrealista pelea sobre la palabra rescate y el ultimátum del FMI. 16 de junio, España, en las Termópilas.

En el paso de las Puertas Calientes -estratégico desfiladero de la península helénica en el que había unas fuentes de agua caliente- se libró en el año 480 a.C. una de las más legendarias batallas de la Historia. Durante tres días, un valeroso contingente griego, encabezado por los espartanos, consiguió frenar al oceánico ejército persa. Jerjes el Grande, hijo de Darío, debía someter a las ciudades griegas si quería expandir su imperio en ambas orillas del Mediterráneo. Estaba en juego un nuevo orden. Los espartanos no pudieron frenar la avalancha oriental, pero su valentía se convirtió en leyenda. La liga helénica recuperó fuerzas y al cabo de unos años fue capaz de derrotar a los persas en la decisiva batalla naval de Salamina.

Con el valioso apoyo de Estados Unidos -las elocuentes declaraciones de Barack Obama, 24 horas antes de la reunión del Eurogrupo, en favor de una pronta inyección de dinero en los "bancos débiles" sin condiciones humillantes para España-, el sábado Guindos lograba vencer la férrea resistencia de los guardianes del rigorismo europeo (Finlandia, Holanda, Estonia y Austria), con la anuencia de Alemania, dispuesta a una cierta flexibilidad con España, siempre sin irritar a su opinión pública. Un rescate suave, ceñido a la banca. Un rescate sin humillación. Este punto -políticamente decisivo- no tardaría en infectarse.

De inmediato comenzaba un acalorado debate a tres bandas -Gobierno, oposición y prensa- sobre el nombre de la cosa. Emulando a Zapatero con el vocablo crisis, Rajoy se negaba a pronunciar la palabra rescate y se vanagloriaba de haber presionado a Europa, en una atmósfera de pasión futbolera. El PSOE, acariciando el sueño de un gobierno de concentración nacional -sugerido hace dos semanas por Felipe González-, equiparaba el préstamo con una intervención como la de Grecia, Portugal e Irlanda. El lunes, el acalorado debate español saltaba a Europa: griegos, portugueses e irlandeses pedían café para todos; la opinión pública alemana exigía explicaciones a Merkel; la tecnoestructura de Bruselas -Joaquín Almunia al frente-, entraba en liza para no quedar fuera de juego; la prensa británica se ponía las botas, y los mercados ponían en duda el futuro del euro. Cualquier atisbo de triunfalismo era machacado.

Rajoy recibió ayer a Almunia en un clima de aparente cordialidad (el día anterior, exponentes del PP habían pedido su dimisión tachándolo de desleal a su país). La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría recordaba sutilmente que el Gobierno cuenta con una "mayoría clara" y reivindicaba el esfuerzo de los españoles ante la crisis. El PSOE exhibía con fuerza su nueva línea de "unidad nacional". Y, a media tarde, llegaba la severa exigencia del FMI. España, que quería mantenerse lejos de Grecia, ha acabado en las Termópilas. En primera línea del frente
Fuente: La Vanguardia