viernes, 11 de enero de 2013

MENOS BULEVAR Y MÁS HACER SUS DEBERES

Obligado a ponerse el buzo

Á.M / Burgos - viernes, 11 de enero de 2013
Los deberes de Lacalle para 2013 son muchos y más difíciles que inversiones como la depuradora o el bulevar de la calle Vitoria: la deuda del Ayuntamiento y los Consorcios, el mantenimiento de la ciudad, la gestión de tributos...

Apenas un par de meses después de que el presupuesto municipal quede aprobado definitivamente (a finales de marzo), Javier Lacalle cumplirá dos años con el bastón de mando, pasará ecuador y deberá afrontar el segundo bienio de la legislatura, ése en el que los alcaldes tratan de hacer tridimensional su paso por el uno de Plaza Mayor.
Fue el propio regidor el que se marcó los retos para este ejercicio: viales para dar continuidad al bulevar hasta Parralillos, obras en la Depuradora, adjudicar el bulevar de calle Vitoria y el proyecto para cubrir San Juan... Como casi siempre, la gestión medida en términos de inversión. Pero por debajo de ese capítulo fluyen otros que se antojan mucho más trascendentes para sanear la administración local y que, cosas de la crisis, comienzan a ser prioritarios para los ciudadanos en detrimento de lustrosas aceras.
Sí, Lacalle tiene tarea para 2013 y deberá afinar con ella si quiere tener un fin de legislatura en calma. Esos deberes, alterando la mítica receta de Anguita (programa, programa y programa) podrían resumirse en gestión, gestión y gestión. Es la parte ósea de la política, que no requiere de fotos en la prensa ni de placas con el nombre del primer edil serigrafiado, pero en un contexto como el actual será trascendente que se le preste atención prioritaria.


 De lo que urge

El primer deber consiste en aprender de los errores pasados y no volver a tropezar con la piedra que propició una política cuestionable en el mantenimiento de la ciudad. Los ejemplos son de sobra conocidos: jardines y parques sin cuidar (con excusas pueriles como aderezo), pasos de cebra invisibles (en alguno de ellos ha habido accidentes), partidas paupérrimas para reasfaltar las vías más deterioradas... Ahí sí se ha metido el alcalde en primera persona, pero no deberá descuidar que lo que se van enmendando encuentre relevo en otra parcela.
En el plano económico, lo que urge es salvar dos match ball en los que Burgos se juega el ser o no ser durante muchos años. Lacalle prometió tener resuelto el pago del sobrecoste del desvío antes de finales de 2012. El plazo no se ha cumplido y, por tanto, se desconoce cuál va a ser la cantidad (millonaria en cualquier caso) que el Ministerio de Fomento va a exigir a la ciudad. Siempre se sostuvo que Burgos no pagaría ni un euro más, pero el discurso ha mutado y ahora parece que habría conformidad si la cifra se considera asumible. Todo lo que haya que pagar mermará las arcas públicas porque el Consorcio para la Variante Ferroviaria no tiene recursos para hacer frente ni siquiera a lo que ya se ha pagado con crédito.
Y es aquí donde está el segundo escollo mayúsculo. Lacalle requerirá del apoyo de su partido para mover la ingeniería político-financiera que persuada a CaixaBank y Caja3 (o a los que vengan) para que renegocien los plazos de devolución de deuda o, de lo contrario, el ente podría explotar en abril, cuando debe afrontar el pago de 20 millones que no hay. Las consecuencias no serían menos graves que en el caso anterior, entre otras cosas porque se abriría un tedioso y largo conflicto para interpretar el contenido de un acuerdo multimillonario que se resolvió en apenas 3 folios y que, según algunas fuentes, tiene serias deficiencias formales.

Cabe introducir aquí una variante más. El propio alcalde marcó las obras de ampliación de la depuradora de Villalonquéjar como una prioridad para 2013. Es más, dijo que el proyecto se presentaría a mediados de este mes; la próxima semana. Tendrá también que poner un celo especial en que los plazos de esta inversión se cumplan a rajatabla. Se trata de una obra de más de dos años de duración y todo lo que no se haya hecho a finales de 2015 irá contra las costillas de la ciudad. Menos grave que lo del desvío, pero importante en cualquier caso.

 Cuidado con el crédito

En cuanto a la deuda, que pronto podría verse incrementada en otros 10 millones a través de un segundo ‘Plan Montoro’, el resultado de una gestión austera debería ser su minoración, puesto que el índice de endeudamiento impide acudir a operaciones de crédito con las que tapar cualquier imprevisto, y hay ‘previstos’ que pueden requerir de mucho dinero en poco tiempo...
La deuda financiera del Ayuntamiento es de 152,4 millones de euros, siendo la previsión la de terminar 2013 con 136,2 millones (23,5 del primer Plan Montoro). Si se acudiera a una nuevo ‘rescate’ estatal para pagar a proveedores, la consecuencia sería la de minorar la amortización de deuda pendiente, lo que impediría una mejora a corto plazo de la situación financiera. ¿Por qué? Pues porque 88,37 millones de deuda están vinculados a préstamos con un horizonte de devolución superior a 10 años (las inversiones de 2010 y 2011, por ejemplo, se estarán pagando hasta 2027). Lacalle tendrá que pensar muy mucho cómo gestionar ese lastre.


 Seriedad en los ingresos

Pero tan importante como gestionar el gasto y la deuda será culminar el proceso de revisión de los ingresos. En un informe de la Inspección de Servicios fechado hace exactamente un año se desvelaron incontables deficiencias en la fiscalización del cobro de impuestos y tasas.
Solo por ejemplificar, se hablaba de 3 años de retraso en la supervisión de transmisiones patrimoniales (por falta de personal), el cese en la comprobación de la liquidación definitiva del impuesto de Obras, retrasos de 4 años en la inspección del IAE, ocultación de bienes sujetos a IBI cuya «magnitud» es desconocida, no reclamar el pago de la ocupación de vía pública a través de vallas publicitarias o de los vados de hoteles... Una larga lista sobre la que se está actuando, pero que exige mucho trabajo y recursos humanos.
Así que a Lacalle se le viene encima un año duro. Quizás ya no por las dudas generadas por la compañía elegida para el viaje que tantos dolores de cabeza le dieron en 2012, pero sí por la necesidad de bajar a la arena, mancharse y no quitarse el buzo ni un solo día. Si consigue afrontar estos retos, no inaugurará calle alguna, pero pondría las bases para que el Ayuntamiento de Burgos comience a funcionar con un rigor que, amén de necesario, se antoja exigible por cuanto que gestiona lo que es de todos.
Fuente: Diario de Burgos