jueves, 18 de diciembre de 2014

RAJOY Y ESTE CUATRIMESTRE NEFASTO

El cuatrimestre negro de Rajoy

Un hilo invisible une la dimisión de Ruiz-Gallarón en septiembre y la de Torres-Dulce en diciembre. Cuatro meses muy críticos

La dimisión del Fiscal General del Estado viene a confirmar que el cuatrimestre septiembre-diciembre del 2014 ha sido negro, negro carbón, para el Gobierno de España. Cuatro meses que parecían imprescindibles para construir una sólida rampa de lanzamiento del discurso de la recuperación económica se han transformado en una sucesión de escándalos y percances que han acentuado el deterioro del clima político. Cuatro meses de grave oxidación de la imagen pública del Ejecutivo.
Pasemos lista. Dimisión del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, el 23 de septiembre, como respuesta a la retirada del proyecto de ley del aborto. El susto del ébola, inicialmente muy mal gestionado. Sucesión de escándalos, con epicentro en Madrid, con especial repercusión pública del caso de las tarjetas opacas de Caja Madrid, mientras todo el aparato mediático central intentaba establecer una equivalencia entre soberanismo catalán y corrupción. Paradoja: la radioactividad del cráter Pujol acaba potenciando el efecto social de los demás escándalos. Rodrigo Rato y Miguel Blesa afrontando fianzas multimillonarias. Reactivación del caso Bárcenas, con imputación del ex secretario general del Partido Popular, Ángel Acebes. Nervios en Génova, muchos nervios. Obligada dimisión de la ministra de Sanidad Ana Mato, señalada por el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz como beneficiaria de algunas de las prebendas de la trama Gürtel. Beneficiaria, pero no imputada. Cráteres en Andalucía (caso ERE), Asturias (caso Fernández Villa), Valencia (un caso detrás de otro), Extremadura (viajes del presidente regional Monago). España convertida en paisaje lunar. Estrepitoso fracaso del debate parlamentario inicialmente concebido para relanzar la imagen de lucha institucional contra la corrupción. Negativa del PSOE a firmar un pacto ‘fotográfico’ con el PP y dictamen del juez Ruz sobre la ministra Mato, veinticuatro horas antes de la sesión parlamentaria. Inmediatas maniobras en la orquesta del Consejo General del Poder Judicial (con dimisión de la vocal de CiU, Mercè Pigem, por un mal paso en Andorra) para acortar la presencia del magistrado Ruz en la Audiencia Nacional. Suma y sigue. Publicación de las primeras encuestas que sitúan a Podemos en primera o segunda posición. Procesamiento –esta misma semana- de parte de la cúpula del Partido Popular en Valencia como consecuencia del caso Gürtel. Indecisión sobre la candidatura municipal y autonómica de Madrid como consecuencia de los sondeos adversos. Silencio sepulcral de José María Aznar. Dimisión del Fiscal General del Estado. Así ha transcurrido el cuatrimestre que tenia que haber sido el Cabo Cañaveral del optimismo económico.
Falta un dato, evidentemente: Catalunya. Una de las causas inmediatas de la dimisión de Torres-Dulce son los forcejeos que se produjeron en Madrid entre el domingo día 9 de noviembre por la tarde y el miércoles día 12. La consulta informal catalana tuvo una enorme repercusión en los medios de comunicación internacionales y fue leída por la opinión pública española como un éxito político del soberanismo. Perplejidad y enfado en la Moncloa ante la decisión de Mas de capitalizar la jornada el mismo domingo por la noche con una fulgurante comparecencia televisiva. Ataque de nervios de la dirigente del PP catalán, Alicia Sánchez Camacho, que comienza a ver su carrera política sepultada por el auge de Ciutadans en Catalunya. Espeso malhumor de algunos de los ministros séniors del Gobierno, que querían haber optado por la incautación previa de las urnas y papeletas de la consulta, localizadas días antes del 9-N en un almacén de Lleida. Malestar dirigido hacia la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Malestar e inquietud en las organizaciones territoriales del PP, a su vez muy nerviosas ante la difícil campaña municipal y autonómica que se avecina. Javier Arenas Bocanegra maniobrando detrás de los cortinajes.
De este cúmulo de contratiempos y circunstancias salió, disparada como un cañón, la presión para que la Fiscalía presentase querella contra Artur MasSánchez Camacho estaba tan nerviosa y necesitada de mensaje que cometió la imprudencia de verbalizarlo de manera melodramática, como es habitual en ella, en un programa de televisión. El miércoles día 12 de noviembre, en conferencia de prensa, Mariano Rajoy tuvo que jurar solemnemente que no había habido ninguna presión sobre la Fiscalía. Torres-Dulce acabó tramitando la querella, contra el parecer de los fiscales de Catalunya, y en la expresión de su rostro ya se leía la carta de dimisión. El pleno del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya debatirá el próximo lunes la admisión a trámite de la querella con la renuncia del Fiscal del Estado sobre la mesa. Ciertamente, un cuatrimestre de oro para el Gobierno.
Torres-Dulce dimite quemado por el episodio catalán, pero hay más motivos. Dimite el Fiscal General del Estado nombrado a propuesta del dimisionario Alberto Ruiz Gallardón. Dimite un magistrado conservador de larga trayectoria profesional que no ha querido actuar de manera más ostentosa en favor del Gobierno, en un momento verdaderamente aciago para el Partido Popular. Este cuatrimestre puede haber modificado el curso político de España. La carta de dimisión del Fiscal General del Estado así lo atestigua. Quedan cinco meses para unas elecciones municipales y autonómicas cruciales. Y queda Catalunya. La renuncia de Torres-Dulce da aliento a Artur Mas y de alguna manera refuerza su propuesta de candidatura soberanista unitaria para unos comicios avanzados.
Fuente: La Vanguardia